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Tejido Social, un blog informativo con el apoyo de la Escuela de Psicología Social para la Salud Mental-Sede San Miguel- Director Académico Alfredo Moffatt- Directora Estala I. Cordero. Director del Blog Julio C. Gardella.

Se trata de una patología que desborda los sistemas clásicos de clasificación y que viene a demostrar los problemas que presentan algunas personas ante lo que Lipovetsky denominó La era del vacío. 


Sevilla, 21 octubre 2006 

“La Psiquiatría está viviendo uno de los momentos más apasionantes de su historia”. La frase corresponde a la doctora Elena Ibáñez, catedrática de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Valencia y coordinadora de una mesa organizada en el marco del X Congreso Nacional de Psiquiatría de Sevilla que lleva por título “Psiquiatría y posmodernidad: un debate social e intelectual”. Entiende la experta que esta afirmación se sustenta en dos puntos vitales. “Por un lado, las nuevas tecnologías médicas le han permitido penetrar en el funcionamiento dinámico del cerebro y conocer así uno de sus principales fundamentos. Por otro lado, la multiculturalidad de la sociedad actual le ha obligado a analizar y dar solución a los distintos problemas mentales que han originado los cambios sociales producidos en las dos últimas décadas”. 

En la mesa se ha intentado analizar “cómo los cambios producidos, tanto en el terreno tecnológico como social, influyen sobre la psiquiatría hasta el punto de que se ha pasado de una psiquiatría crítica, centrada en los problemas derivados del rotulado psiquiátrico, a una postpsiquiatría preocupada y defensiva ante los desafíos que la sociedad contemporánea implican para los conceptos relacionados con la salud mental”. 

En este sentido, se contempla “desde una perspectiva histórica, cómo los cambios sociales han influido no sólo en el concepto y conocimiento acerca de la enfermedad mental, sino también en aquellas enfermedades que pueden ser consideradas prototípicas de una época, como ocurre con la histeria en el siglo XIX o con la esquizofrenia en el XX. Se plantea, de esta manera, la necesidad de que la psiquiatría tenga en cuenta el contexto en el que vive si quiere justificar sus conocimientos”.

En este contexto, el profesor de la Universidad de Valencia, Julio Seoane, ofrece un panorama de lo que se entiende por postmodernidad “y el cambio de creencias sociales que esta implica”. Subraya “la importancia que el concepto de creencia tiene dentro del panorama científico y filosófico actual, señalando la trascendencia que estas nuevas creencias tienen, tanto desde un punto de vista teórico como práctico, para la psicología y la psiquiatría, ya que en buena medida es necesario conocerlas si se pretende superar el dilema que las mismas crean a la posición tradicional de la Psiquiatría”. 

Los profesores de la Universidad de Sevilla, José Giner y María Dolores Franco, analizan, desde esta perspectiva, “el trastorno límite de personalidad, como ejemplo de lo que se puede considerar una “patología postmoderna”; es decir, una enfermedad con múltiples significados, con diversas agrupaciones síndromicas, con una gran co-morbilidad, con una alta variabilidad tanto individual como a través del tiempo. Una patología que desborda los sistemas clásicos de clasificación y que viene a demostrar los problemas que presentan algunas personas ante lo que Lipovetsky denominó La era del vacío”. 

También el profesor Kenneth Gergen ahonda en “el impacto que el desarrollo de las nuevas tecnologías ha tenido sobre la sociedad”, planteando que “esto ha llevado a importantes cambios sociales que son un auténtico desafío para la considerada ciencia “moderna”. Todo ello, lleva a que se pueda considerar que la realidad en la que vivimos es una construcción social, lo que tiene implicaciones terapéuticas importantes como son el que la relación terapéutica sea una matriz de significados o que el diagnóstico sea polifónico, en el sentido de que no hay un único diagnóstico ni un único sujeto que lo emita, o bien que nos enfrentemos al hecho, problemático en sí, de que cada vez más se están buscando soluciones psicofarmacológicos para la resolución de conflictos que son exclusivamente personales o sociales”.


Javier Rodríguez Escobar 
Grupo Isis